¡La que se organizó!, porque luego, al mirarse con más atención en el espejo de aumento en ese que se le veía la cabeza tan grande como una calabaza, observó con terror que de las orejitas, salían unos pelos negros que ella sólo los había visto en los rabos de los ratones cantantes "Los Melenudos Guay".
¡Ay, Dios mío! No había manera de que le parara la llantina pero, de pronto, se calló, se secó las lágrimas, se ajustó los pantalones de cuadros, se puso un jersey de rombos, cogió el sacudidor de las alfombras, se puso el casquete con el velo que le tapaba media cara para disimular un poquito y se fue a ver al topillo a su tienda "Todo es un chollo". Allí se quitó el sombrero y cuando Pitymy la vio, casi se desmaya del susto ¡Aquello parecía una paella a la valenciana!
—¡Esto es una urticaria, Milagritos! —aquí se olvidó ya del tratamiento—, vete a ver a la mariquita Doña Antoñita que está en el ambulatorio, que lo que tienes es una alergia —le decía mientras se resguardaba con las manos de los zurriagazos que le daba Milagritos con el sacudidor.
Al final, le hizo caso al topillo y se fue al ambulatorio acompañada de la Lagartija Trapisondas que, como no se perdía una, a escondidas, le sacó unas cuantas fotos para su Revista.